El parapente es una curiosa aeronave, hecha de tela y cuerda. Y esto implica ventajas e inconvenientes.

Podemos plegarlo en una mochila y movernos por tierra con facilidad, desplegarlo en pocos minutos en un sitio adecuado, despegar y permanecer en el aire todo el tiempo que las condiciones (y nuestra habilidad ) nos permitan.

Eso sí, no podemos obviar la contrapartida: es frágil

Debemos cuidar nuestro equipo con mimo. En primer lugar, por seguridad, y en segundo lugar, porque así nuestro parapente mantendrá su mejor rendimiento, durante más tiempo.

Vamos al lío con los cordinos:

¿Qué puedo hacer como piloto para cuidar los suspentes (cordinos) de mi parapente?

Lo más elemental  es cuidarlos de la abrasión. Evitemos arrastrarlos, pisarlos o pellizcarlos con las cremalleras de las mochilas o las puertas de los coches!

Si los cordinos están rozados o pellizcados, pueden romper en caso de plegada o al usar las orejas o al realizar alguna maniobra fuerte. Y eso es un problema. No está al alcance de la mayoría comprobar el estado de resistencia de sus cordinos, yo lo dejo a un taller especializado. Lleva tu vela a hacer el mantenimiento como indica el fabricante, y listo.

También debemos protegerlos de la luz del sol y temperaturas extremas. Tanto si son de Dynema o de Aramida tienen tendencia a variar su longitud, a acortarse o estirarse (respectivamente). Y especialmente, los que no tienen funda.

Ojo también a la sobrecarga. Los cordinos de las bandas traseras aguantan de 6 a 8Gs su máxima carga homologada y los de las bandas A y B de 8 a 10Gs, lo cual nos da un margen de seguridad muy, pero que muy tranquilizador. ¡Pero una cosa es que resistan 8G su máxima carga homologada, y otra diferente es que lo hagan permaneciendo inalterados!

Los fabricantes conocen perfectamente las propiedades de estos materiales, y nos indican en los manuales las tolerancias (márgenes de longitud) de cada línea. Normalmente, las líneas más estructurales (A y B) tienen menos tolerancia, y las traseras y frenos tienen más.

Mira, aquí te pongo un ejemplo de una vela “B”:

Puedes consultar la tuya en tu manual.

Si varían las longitudes de las líneas, varía el calado. Lo normal es que aprecies variaciones en la velocidad a frenos sueltos, comportamiento perezoso al levantar, sube un poco peor en ascendencias, inestabilidad mayor al acelerar a fondo, y en casos ya extremos incluso aumentar la tendencia a plegadas o parachutaje.

Lo que yo creo es que a lo mejor se nos pasan desapercibidas esas señales. No es que el sábado mi parapente levante bien, y el domingo levante lento, sino que el deterioro va poco a poco, y nosotros nos adaptamos a él cada día que volamos. Así que revísala de vez en cuando, no seas perezoso/a.

Revisar la longitud de los cordinos no es tarea difícil, y al igual que las jornadas de aireado y plegado de paracaídas o las revisiones de porosidad, es una razón como cualquier otra para quedar con los amigos y preparar tu equipo en días ventosos y lluviosos para tenerlo a punto cuando vayas a volar en días propicios.

En el club acabamos de recibir un nuevo equipo que os va a chiflar, con el que podremos comprobar la medida de nuestras líneas al milímetro. Al igual que nuestro porosímetro JDC MK1, con el que medimos el estado de nuestras velas, este medidor laser es el mejor que hay en el mercado, y estará disponible para que los socios del club puedan volar más seguros, más altos y llegar más lejos.

Con todos ustedes, nuestro nuevo fichaje del equipo de mantenimiento, el medidor profesional Bosch GLM 50C.

Por Marcos Galán, director técnico de la escuela deportiva CPFerrol.

 

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